El tequeño es lo más parecido a los famosos palitos de queso, pero mucho más sabrosos debido a su producto principal: el queso llanero, característico por su toque súper salado. Para la preparación de este entrante se necesitan muy pocos ingredientes, ya que prácticamente se trata de elaborar una masa de pan. Harina de trigo, huevo, mantequilla, sal, azúcar, aceite (si son fritos) y queso para el relleno. ¡Así de simple!
La mayor dificultad está en el amasado, el resto es coser y cantar. Tras el reposo de la masa para dejarla crecer, hay que estirarla con ayuda de un rodillo y cortarla en tiras. Después enrollaremos la masa cortada en tiras alrededor del queso llanero, y se acabó. Importante que el queso esté cortado en rectángulos (más o menos del tamaño de un tequeño). Ya estarían listos para freír o hacerlos al horno. ¡Una maravilla culinaria en pocos pasos!
Infinidad de sabores
Llegados a este punto, solo falta esperar a que nuestros tequeños estén bien dorados. Eso significa que están listos para comer y que el queso está derretido por dentro. Ahora, es cuando entra en juego la imaginación y el paladar del consumidor, ya que este entrante siempre suele ir acompañado de una salsa; entre las más comunes la salsa de mostaza y miel y la de frambuesa, aunque las típicas -ketchup y mayonesa- nunca fallan.
De hecho, aunque los tequeños tradicionales están elaborados a base de queso, su popularidad ha dado lugar a diferentes versiones, variando el relleno en función de los gustos, creando incluso sabores más dulces con chocolates y siropes. O como en nuestro local, modificando su masa con frutos como la guayaba o el plátano.